El galán imperfecto es un personaje que aparece en un breve poema de Nicanor Parra. Se trata de una pareja de recién casados que visita una tumba. Ella, todavía quizás vestida de novia (“blanco riguroso”, dirá Parra), “desmaleza la tumba de su padre” con tristeza mientras el novio, en vez de apoyarla en el dolor, lee una revista. Un matrimonio que es, según el profesor Leonidas Morales, casi pura impostura. La mujer no está tan triste como debiera y el hombre no se involucra en ese dolor. Es la historia del absurdo y del fracaso que significa una relación de pareja.
Seguramente en esa impostura se fijó Rafael Gumucio para pensar en su nueva novela. Antonio, su protagonista, es un treintañero que debe someterse a una circuncisión que fervorosamente le recomienda el doctor Wagner. Mientras decide operarse, opta también por no avisarle a su polola Valentina que estaba de viaje en el sudeste asiático. Un último viaje de juventud, según una de sus amigas. Mientras se recupera, Antonio se extiende en recuerdos, pensamientos y dudas que hacen que aparezca un personaje querible pero insoportable; intenso a la vez que demasiado pasivo. Gumucio lo construye a través de un lenguaje ágil: la novela se lee muy rápido, pero también se hace agradablemente pesada.
El galán imperfecto es una novela que trata al pene como metonimia de su protagonista. Junto a la retirada del prepucio, Antonio intenta también desprenderse de su madre, de su novia, de sus recuerdos, y hasta de sí mismo. Pero fracasa. Cremas, túnicas y gasas atrasan demasiado la cicatrización. Absurda, como el amor, la operación genital que arranca este libro sirve como salida para hablar sobre los orígenes del cristianismo, de una familia, de la medicina, los compañeros del colegio, el amor. Todo muy torpe, exagerado e insostenible.
El galán imperfecto
Rafael Gumucio
Literatura Random House
212 p.
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