Es curioso cómo vivimos en ciudades obsesionadas por la conectividad y, sin embargo, habitadas por seres humanos que no logran conectarse y encontrarse. Crecen las autopistas de alta velocidad y crece el acceso a redes inalámbricas de manera exponencial. Pero entre tanto auto rápido y tanto whatsapp… ¿dónde quedan los espacios para encontrarse de verdad con los otros? ¿Dónde queda la tribu?
En pocos momentos de la vida se hace tan evidente la necesidad que tenemos de las redes como en la etapa de la crianza de niños pequeños. Somos seres sociales. Necesitamos a los demás para reconocernos como seres humanos. Sin la mirada de una madre y/o padre amoroso que nos contempla, habla y reconoce, la tarea de volvernos seres humanos se vuelve sumamente compleja. Así mismo, sin el apoyo de la tribu, de otras miradas adultas, otros brazos, otras canciones de cuna, otros regazos, la crianza se vuelve una tarea muy dura y hostil.
Necesitamos redes, redes afectivas que nos ayuden en el cuidado de seres humanos pequeños necesitados de mucha contención y de mucho, pero mucho tiempo. Para poder sostener la fragilidad de la etapa de post-parto y poder salir adelante en las esperables crisis que traen los nacimientos, necesitamos el soporte emocional de otros miembros de la tribu.
Durante toda la etapa de crianza, pero sobre todo cuando se tienen bebés y niños pequeños, viene muy bien que nos ofrezcan ayuda práctica con temas domésticos que a todos nos agobian. El apoyo instrumental es siempre bienvenido. Pero también es necesario encontrar espacios donde podamos compartir la crianza. Espacios donde compartir las inquietudes que tenemos, las dudas que nos surgen en aspectos del desarrollo infantil, los miedos que nos rondan. También las alegrías que emergen al acompañar a nuestros hijos en su propio camino de desarrollo. A veces, si tenemos suerte, podemos encontrar en la plaza o parque más cercano un grupo de mamás y/o papás que están en la misma etapa. A veces espontáneamente encontramos parejas amigas viviendo procesos similares. Y de pronto no sabemos cómo ni por qué, esas 3 o 4 personas se han vuelto tan claves en nuestras vidas. Y claro: son las caras visibles de la tribu. De la comunidad que está en la misma misión: la de ayudar a crecer a sus hijos de la mejor manera posible.
“Para criar a un niño se necesita una tribu entera”. Busquemos espacios comunitarios de crianza. Seamos tribu. Reclamemos espacios en municipalidades, jardines infantiles, colegios, parques y plazas. Sobre todo a aquellos que se sienten solos en la crianza, no pierdan las esperanzas y sigan buscando. Seguro que podemos encontrarnos. #somostribu
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